Reto módulo 3: buenas prácticas desarrolladas en las Administraciones Públicas.
En
esta entrada del blog inicio otra “ventana de aprendizaje”, en la que voy a
desarrollar un ejemplo de buenas prácticas que se lleva a cabo en la
Administración Penitenciaria, con el objetivo de conseguir la igualdad de trato
y la no discriminación.
Voy a comenzar presentando la buena práctica que he elegido. Me he
centrado en una de las buenas prácticas que se lleva a cabo en mi ámbito de trabajo, EL PROYECTO REJAS ROSAS, que ya mencioné en la anterior
entrada. En una prisión muchas veces nos encontramos un entorno hostil,
generado por el propio contexto de reclusión y privación de libertad, que puede
verse agudizado para personas que pertenecen a determinados grupos de la
población, como el colectivo LGTBI. Estas personas, cuando ingresan en un
centro o durante el cumplimiento de su condena, pueden llegar a tomar la
decisión de ocultar a otras personas que forman parte del colectivo LGTBI por
miedo a consecuencias negativas para ellas, como por ejemplo llegar a ser objeto
de agresión o discriminación por este motivo, o al no sentirse integrados en
este espacio. El proyecto Rejas Rosas
surgió en abril de 2022, impulsado por una de las trabajadoras sociales del
centro penitenciario de Madrid V-Soto Del Real, tras haber contactado con un
director de cine que quería documentarse sobre la vida en prisión de una
persona homosexual. Este proyecto ha sido creado con la idea de generar un
espacio seguro para las personas del colectivo LGTBI que se encuentran en un
establecimiento penitenciario, donde poder compartir sus puntos de vista y
experiencias. Cabe destacar que el objetivo de este proyecto no se centra
exclusivamente en el día a día de estas personas en la cárcel, sino que
también pretende tejer una red de apoyo tanto dentro como fuera de la prisión,
siendo el momento de la excarcelación un momento de gran vulnerabilidad, donde
es de gran utilidad contar con una red de apoyo sólida y/o recursos
especializados. Por este motivo, también me gustaría hacer referencia al papel del
denominado tercer sector y, en este caso concreto, de la Fundación 26 de Diciembre,
que trabajan de forma directa con personas del colectivo LGTBI y colaboran de
manera activa en este proyecto.
Teniendo en cuenta los datos del Informe de 2022 sobre la
Evolución de los delitos de odio en España unos de los más numerosos son
los delitos de odio cometidos en los ámbitos de
la orientación sexual e identidad de género (459 hechos). No he tenido acceso a datos concretos de
hechos que se hayan producido específicamente en la Administración
Penitenciaria, pero está claro que es una de las áreas más sensibles donde
tenemos que poner el foco. En este sentido, cabe mencionar la Instrucción
7/2006 de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, para la
integración penitenciaria de personas transexuales. Esa instrucción fue “pionera”
en su época, pero a día de hoy, tanto la sociedad en general, como la propia
Administración Penitenciaria han ido avanzando. Es por esto, que la iniciativa del proyecto de Rejas Rosas tiene gran
trascendencia en el medio penitenciario para reducir barreras y facilitar la
vida diaria de estas personas, tanto dentro como fuera de prisión y seguir con
el camino de evolución positiva iniciado en 2006, debiendo incorporar y actualizar aquellos aspectos que han evolucionado en los últimos años. En el medio
penitenciario podemos distinguir varios
ámbitos de aplicación de esta buena
práctica. Un primer ámbito de aplicación
“directa”, dirigido a las personas internas pertenecientes al colectivo
LGTBI, que va encaminado a crear un lugar en el que puedan sentirse seguros y
sirva de apoyo y referencia para otras personas que estén el centro en una
situación similar, que es uno de los objetivos principales de este proyecto. Por otro
lado, un segundo ámbito de aplicación “indirecta”,
que es el que puede ir dirigido a otras personas no pertenecientes al
colectivo LGTBI, tanto personas internas como personas que trabajan en la
prisión, para que puedan tener un mayor conocimiento del colectivo, reducir
prejuicios y estereotipos y sensibilizarse con esta realidad. El proyecto rejas
rosas ayuda en este sentido, pero creo que también puede ser complementado con
cursos formativos y la realización de charlas y/o coloquios sobre esta materia,
dirigido tanto a personas internas como a personas trabajadoras.
En cuanto al impacto y
resultados de esta buena práctica, me parece relevante mencionar que este
proyecto, que comenzó en el centro de Soto del Real, se ha implantado también
en el centro penitenciario de Teixeiro, siendo ejemplo de buen hacer y modelo
de referencia para otras prisiones. Desconozco
los datos concretos, ya que es un proyecto que se ha iniciado recientemente,
pero cuando algo funciona y se ve su utilidad, suele replicarse en otros lugares.
Creo que proyectos así tienen beneficios e impacto a nivel colectivo,
ya que ayuda a la visibilización y sensibilización sobre esta realidad, siendo un
paso fundamental para la verdadera inclusión, ya que existen muchos prejuicios
y estereotipos que pueden ser la base de conductas
discriminatorias. La formación y el conocimiento de esta realidad por parte de
otras personas es un paso fundamental para reducir los estereotipos y prejuicios, así como la discriminación hacia las
personas del colectivo LGTBI. También caben destacar beneficios e impacto a nivel individual,
ya que iniciativas de este tipo ayudan a mejorar la autoestima y la seguridad
de las personas LGTBI, al tratar sus necesidades de forma específica,
respetando sus tiempos y proporcionando un entorno más seguro, al tener personas
de referencia con las que puedan contar dentro de la institución y/o a las que
puedan acudir en caso de tener dificultades o necesidades.
Para finalizar esta ventana de aprendizaje analizaré algunos de los
puntos fuertes y algunas debilidades de esta buena práctica. Las fortalezas más relevantes de esta
buena práctica creo que son que se ha dado a conocer y se ha creado un espacio
que favorece la igualdad de trato y no discriminación, ayudando a fijar un
lugar de referencia y canales de comunicación con los grupos LGTBI, dentro y
fuera de la institución. Las debilidades asociadas a
esta buena práctica creo que son fundamentalmente las limitaciones o efectos
negativos que se pueden encontrar relacionadas a la reclusión en el medio
penitenciario. Uno de los aspectos a destacar es el “choque” que puede
surgir a nivel de tratamiento y seguridad. Pese a que algunas de las actividades tratamentales
son prioritarias, en ocasiones, las personas internas pueden ver limitada su
participación en las actividades de este tipo, aunque sea de forma temporal, si
protagonizan alguna alteración regimental que motiva la aplicación de alguna
medida de seguridad para salvaguardar el orden del establecimiento o incluso
que pueda conllevar el traslado a otro centro. Por otro lado también podemos
mencionar limitaciones asociadas a las consecuencias psicológicas producidas por el internamiento en prisión, como pueden ser la hipervigilancia o la desconfianza
generalizada. Al tratarse de un entorno hostil a muchas personas les cuesta
confiar en otras y están constantemente con la sensación de peligro o que algo
malo les puede pasar. Por este motivo puede que en algunos casos a estas personas, especialmente
al inicio, les genere resistencias o les cueste participar en una iniciativa de
este tipo, aunque sea beneficiosa para ellos.
Creo que queda un largo camino por recorrer, pero proyectos de este tipo son de gran importancia y relevancia, ya que ayudan a avanzar y a evolucionar de forma positiva, especialmente en la Administración Penitenciaria, que en muchas ocasiones puede encontrarse con dificultades añadidas por su propio entorno.
Comentarios
Publicar un comentario